El centro suma ya casi mil unidades operativas y en un año estarán implantadas en el resto de Gijón | La tecnología permite saber cómo funciona cada una en tiempo real y adaptar su intensidad en función de las necesidades de cada momento
Entre el 13 y el 19 de agosto en el Parque Científico y Tecnológico estuvieron encendidas 58 farolas, que consumieron 128.103 vatios-hora, con treinta horas y media de funcionamiento cada una. Una de esas noches, la del 17 de agosto, a las dos de la madrugada, una luminaria led del entorno del Náutico estaba alumbrando al 99% de su capacidad, con una potencia de 48 vatios. Son dos ejemplos de los datos que el Ayuntamiento de Gijón ya recibe en tiempo real de casi un millar de puntos de luz, con los que se empieza a tejer una red de alumbrado inteligente que pretende extenderse a todo el concejo a partir del próximo año. Por el momento, a modo de proyecto piloto, están actuando en el parque científico, el Intra y el centro de la ciudad, donde la tecnología del denominado ‘internet de las cosas’ ya se ha implantado en 950 farolas, que llegarán en las próximas semanas a 1.250. Antes de finales de año, en el marco de la Iniciativa Gijón-IN, financiada por el Ministerio de Energía, se licitará la compra de los medios necesarios para llegar a 3.400 puntos más en Cimavilla y La Arena, y en el primer semestre de 2018, con la ayuda del Fondo Europeo de Eficiencia Energética, se dará el gran salto para llegar a todo el concejo, con un total de 40.000 farolas inteligentes.
Instalación del alumbrado inteligente
Instalación del alumbrado inteligente / E.C.
La actuación que se está llevando a cabo en el centro tiene dos claves. La primera, la sustitución de las lámparas de halogenuro de 150 vatios por leds de 60 vatios. Solo con este cambio, en el paseo de Begoña, por ejemplo, el consumo de energía se ha reducido un 56%. La segunda, que es la que da ‘inteligencia’ a las farolas es la instalación en cada una de ellas de un ‘nodo’ con un sistema inalámbrico de comunicación, que es el que informa a cada instante de su funcionamiento -potencia y factor de potencia, energía consumida, tensión de la línea, si está encendida, si hay alguna avería…- y permite interactuar con cada luminaria de forma remota, principalmente para regular la intensidad de la luz. Cuando la red se extienda hacia el este, hasta El Molinón, en aquellas farolas que ya se han pasado a led con motivo de la renovación del alumbrado que se llevó a cabo el año pasado en La Arena, bastará con las instalación de estos ‘nodos’.
Mapa lumínico
El siguiente paso será la aplicación de las indicaciones de un mapa lumínico actualmente en redacción. Como la mayoría de las ciudades españolas, Gijón está «sobreiluminada», según los técnicos. Y actualmente todas las luminarias funcionan con una luz constante, a excepción de las del Parque Tecnológico, que por las noches ya rebajan su intensidad a una determinada hora, en la que ya no hay actividad. El documento en el que se está trabajando recomendará qué nivel de iluminación es el apropiado y suficiente en cada lugar y a cada hora, en función del tránsito peatonal o de vehículos de ese espacio. Llevarlo a la práctica supondrá una disminución general del alumbrado y, con ello, del consumo, con un ahorro adicional al que ya están suponiendo los leds. Y a partir de ahí las farolas inteligentes podrán desplegar todas sus ventajas.
Gracias al control «punto a punto», la nueva red técnicamente permite subir y bajar la luz de una luminaria concreta. Y aunque esto no tendría en principio mucha utilidad, sí podría hacerse, por ejemplo, para mantener en un barrio que esté en fiestas una iluminación superior a la que le correspondería en condiciones normales. O incluso crear una tasa que permita a los comerciantes pagar a cambio de que las farolas ubicadas frente a su escaparate mantengan la máxima potencia durante su horario de apertura, aunque las de su entorno la rebajen. En la calle San Bernardo ya está en pruebas un paso de peatones equipado con un sensor de presencia conectado a las luminarias adyacentes, para que su luz suba en cuanto detecte la presencia del peatón, al que distingue de los coches.
Toda la información generada por las farolas se envía lo que se denomina ‘plataforma de ciudad’, un sistema de análisis masivo de datos que permitirá combinarla con la que llegue de otros servicios o sistemas municipales. «La inteligencia de una ‘smart city’ consiste en poder relacionar toda la información que se está produciendo en la ciudad a través de diferentes sensores y tomar decisiones en base a ello», explican los técnicos responsables del proyecto. Así, por ejemplo, podría lograrse que las luces ubicadas en el entorno de una parada de EMTUSA aumenten su potencia cuando llega un autobús, aprovechando la información de geoposicionamiento que envía el vehículo. O variar el nivel lumínico en función del tiempo atmosférico, aprovechando que los sistemas de riego pueden detectar si está lloviendo o no. O subir y bajar la luz en tiempo real en función del tráfico de cada calle, a través de la información que envíen los aforadores que se utilizan para contabilizar el paso de vehículos. En el futuro la plataforma de ciudad irá recopilando información de otros elementos, como por ejemplo los contadores de agua, para conocer los consumos en tiempo real, o los sensores de calidad del agua que circulan por la red de la EMA.
Los datos recogidos por las farolas y el resto de sistemas inteligentes podrán ponerse a disposición de las empresas tanto para el desarrollo de proyectos propios como para que al hacer ofertas al Ayuntamiento puedan plantear mejores precios, con modelos de consumo más desarrollados, o nuevos servicios. También podrán trabajar con ellos grupos de la Universidad.
Recortes de prensa
Clean Technica 14-julio-2017
Smart Street Lighting To Reach 73 Million Installed Units By 2026